
ZIL, vodka y un trayecto directo al informe policial
Parece sacado de una sátira de la era soviética, aunque aquí el desenlace no tiene gracia. La desafortunada peripecia al volante de un camión ZIL por parte de un vecino de 68 años ha terminado con algo más que una simple abolladura: las autoridades han presentado no uno, sino dos informes oficiales en su contra.
En el centro del asunto está un vehículo que carecía de lo más básico que debe portar cualquier conductor: un seguro válido. Finalmente, la policía localizó al protagonista en el mismo edificio al que había logrado empotrar su camión, solo para descubrir que, además, no se encontraba precisamente sobrio.
Así que, a la falta de documentación y a haberse dado a la fuga, se sumó otro clásico atemporal: conducir bajo los efectos del alcohol. Un caso de libro, aunque no precisamente en el sentido que él habría deseado.