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Volkswagen Tayron

Volkswagen Tayron: Para quienes valoran la tranquilidad

Author: auto.pub | Published on: 26.06.2025

El Volkswagen Tayron llega con un nombre nuevo, pero asume el papel que antes desempeñaba el Tiguan Allspace. Situado entre el Tiguan y el imponente Touareg, el Tayron es el patriarca fiable y versátil de la familia: preparado para lidiar tanto con un biberón como con un vaso de whisky añejo. Por fin cubre ese hueco en la gama SUV de Volkswagen, un vacío tan ignorado como el polvo bajo el asiento de un viejo Passat.

El Tayron es 112 mm más largo de batalla que el Tiguan estándar, un dato que se traduce en comodidad real, especialmente para quienes viajen en la tercera fila. Ya no será necesario contorsionarse como un acróbata para acceder. Este SUV presume de espacio familiar sin renunciar al confort, buscando un equilibrio entre el lujo de un Touareg y la asequibilidad de un Tiguan.

Toda esta personalidad se apoya sobre la plataforma actualizada MQB evo, la misma base técnica de los últimos Passat y Tiguan. El Tayron hereda lo mejor: versiones híbridas enchufables, una nueva generación de infotainment y asistentes a la conducción capaces de comprenderte mejor que tu pareja.

En cuanto a diseño, el Tayron es la quintaesencia alemana: líneas rectas, proporciones calculadas y ningún exceso. Olvídate de las naves de Peugeot o de la silueta cuadrada del Santa Fe. El Tayron mide 4,77 metros de largo, 1,85 de ancho y 1,66 de alto. Su frontal transmite seriedad y presencia, como un banquero alemán. Capó generoso, parrilla ancha y faros LED Matrix de serie. Estos faros no son simples linternas, sino luces inteligentes que anticipan las curvas.

Por la noche es donde el Tayron se luce: firma lumínica continua en la trasera, animaciones y emblemas iluminados, casi como una valla publicitaria urbana. Las versiones Elegance y R-Line añaden un toque extra: una apuesta por el cromo o el negro brillante, según el estado de ánimo o el ego.

El perfil del Tayron es clásico, recto, incluso un poco sobrio, y ahí reside su intención. Nada de experimentos coreanos, sólo diseño a regla, línea de techo alargada, pilar D remarcado y el característico cristal triangular trasero. Los pasos de rueda llevan protección plástica para un aire de robustez, aunque sus aventuras offroad seguramente se limiten a dejar a los niños en el campamento, no a rastrear osos. Las llantas llegan hasta las 20 pulgadas, reafirmando su vocación urbana. El R-Line suma paragolpes deportivos y detalles en negro brillante para diferenciarse.

El Tayron es como un abogado alemán: respetable, discreto, caro pero nada ostentoso. Puede parecer anodino frente a rivales franceses o coreanos más atrevidos, pero su compostura y confianza silenciosa acaban convenciendo. Es un coche para quienes aprecian que cada tornillo esté exactamente donde debe.

El interior del Tayron supone un regreso a los orígenes Volkswagen, donde todo funcionaba y transmitía calidad. Madera auténtica o el suave ArtVelours Eco resisten hasta los tentempiés más pegajosos de los niños. Y si queda algo de plástico, está tan bien camuflado que ni el más quisquilloso lo detectará.

El protagonista del salpicadero es la pantalla táctil: 12,9 o 15 pulgadas, según el gusto por lo digital. Esta vez sí, funciona bien. Menús intuitivos, software ágil y el volumen se regula sin necesidad de un máster. Vuelven los botones físicos, al menos en parte: mandos reales para el volumen y los modos de conducción, además de deslizadores retroiluminados. Volkswagen parece haber recordado que la gente conduce de noche.

Frente al conductor, un cuadro digital de 10,25 pulgadas totalmente configurable. La consola central ofrece un práctico doble fondo, perfecto para ocultar el móvil. Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos, iluminación ambiental de diez colores y climatizador de tres zonas son de serie. Los acabados superiores añaden más luz ambiental y asientos con masaje y ventilación, un lujo en los atascos veraniegos.

El espacio es el gran argumento del Tayron. No sólo suficiente, sino el equilibrio perfecto. La segunda fila se desliza y reclina, permitiendo que hasta los más altos se estiren. Los niños disponen de soportes para dispositivos, tomas USB y un reposabrazos ideal para la tableta. ¿La tercera fila? Clase turista de avión: válida para trayectos cortos o niños, pero al menos no hace falta ser contorsionista para acceder. En el mundo de los siete plazas, eso cuenta.

El maletero alcanza los 885 litros, o unos 805 en la práctica, suficiente de sobra. Los híbridos enchufables pierden algo de capacidad, pero el espacio sigue siendo generoso. Abatiendo todos los asientos, queda una superficie casi plana de dos metros, lista para bicicletas, muebles o regalos.

Los detalles agradables abundan: cortinillas que no se mueven, portón eléctrico con apertura manos libres y huecos forrados en material aterciopelado, como si fuesen para un huevo Fabergé, no para un paquete de chicles.

La oferta de motores es tan amplia como la carta de un buen restaurante. Volkswagen no se ha quedado corta. ¿Híbrido eficiente? Sí. ¿Potencia para autopista? Por supuesto. ¿Diesel para los amantes del par? También.

La gama comienza con el 1.5 eTSI de 150 CV y sistema mild hybrid de 48 voltios. Suficiente para el día a día, aunque sin emociones fuertes. De 0 a 100 en 9,4 segundos, más que la vida útil de muchas modas en redes sociales. Pero si vas a remolcar o subir cuestas cargado, mejor optar por más potencia.

Llegan los 2.0 TSI: 204 o 265 CV, tracción total y cambio DSG. El más potente usa un DSG de 6 marchas porque el de 7 no aguantaba el par. Con 265 CV, acelera de 0 a 100 km/h en unos seis segundos, más rápido que algunos compactos deportivos. No es necesario a diario, pero siempre es bueno saber que está ahí.

¿Prefieres el par clásico? Los 2.0 TDI ofrecen 150 o 193 CV y 360 o 400 Nm de golpe. Remolcan hasta 2,5 toneladas, sea un caballo, un barco o una compra ambiciosa en Ikea, gastando sólo 5,6 litros a los 100.

Pero el escaparate tecnológico es el híbrido enchufable. Aquí Volkswagen se pone la bata de laboratorio: 204 o 272 CV, combinando un 1.5 TSI con motor eléctrico, DSG de 6 marchas y hasta 127 km de autonomía eléctrica. Si tienes enchufe y algo de constancia, puedes moverte toda la semana sólo con electricidad.

El híbrido más potente alcanza los 100 km/h en 7,3 segundos, igualando al 2.0 TSI pero en silencio. Si gestionas bien las recargas, el consumo ronda los 2,8 litros a los 100, una cifra absurda para un SUV tan grande. CO₂: sólo 9-10 gramos por kilómetro. Decir que es ecológico se queda corto. Eso sí, el depósito es pequeño (45 litros), así que si olvidas recargar, pasarás más por la gasolinera.

La carga es rápida: 50 kW en corriente continua llenan la batería del 10 al 80 por ciento en media hora, justo para un tentempié y reflexionar sobre la vida laboral.

Si sueñas con un SUV que se trague los baches urbanos sin derramar el café ni provocar el eterno “falta mucho” de los niños, el Tayron es tu refugio rodante. No busca emociones fuertes, sino relajar el pulso. Al volante, envuelto en silencio, el mundo parece menos caótico.

Desde la elevada posición del conductor y rodeado de ventanales, dominas el tráfico como un general desde su torre, o al menos como alguien que ha entendido que la carretera no es una competición. El silencio es notable, gracias al cristal acústico y materiales aislantes que sosegarán incluso a los niños más inquietos.

La suspensión es suave y acogedora, absorbiendo baches con llantas de 20 pulgadas sin despeinarse. La carrocería se balancea con suavidad, parte de su encanto. Si buscas sensaciones de kart, este no es tu coche.

Con la suspensión activa DCC Pro, hay 15 posiciones de dureza. En la práctica, elegirás Comfort y te olvidarás del resto, como una buena cafetera: un botón y listo.

La dirección es ligera y muy alemana. Incluso un principiante puede maniobrar el Tayron en ciudad. No es totalmente insensible: transmite algo de información cuando toca. En curvas, no emocionará a los entusiastas, pero mantiene la compostura. Los neumáticos agarran y el XDS frena la rueda interior cuando es necesario.

La suspensión deportiva del R-Line y las llantas de 20 pulgadas transmiten más los baches, el precio a pagar por una estética más agresiva. Para más comodidad, mejor los acabados Life o Elegance con llantas de 18 o 19 pulgadas.

El pedal de freno en el híbrido enchufable es peculiar: algo esponjoso y no siempre inmediato. La transición entre frenada regenerativa y convencional podría ser más suave.

El Tayron puede conducir semiautónomamente: cambio de carril, control de distancia, todo bajo control. No es para cerrar los ojos, pero sí para un breve parpadeo.

¿Preocupado por la seguridad? El Tayron actúa como un padre protector: cinco estrellas Euro NCAP, 87 por ciento en adultos, 85 por ciento en niños, 83 por ciento en usuarios vulnerables y 80 por ciento en asistentes. Nueve airbags de serie, incluido uno central entre conductor y acompañante, e ISOFIX incluso en el asiento delantero. Todos los mandos, reposacabezas y palancas están optimizados para la seguridad.

La seguridad activa es igual de completa: frenada autónoma de emergencia, asistente de mantenimiento de carril, detector de ángulo muerto, alerta de tráfico cruzado y aviso al salir del coche. El Tayron vigila en todas direcciones con precisión alemana.

El control de crucero adaptativo con Stop&Go frena hasta detenerse y arranca solo, como un monje zen. También aparca solo. Y se pueden añadir visión nocturna, cierre infantil electrónico, faros IQ.Light que proyectan líneas en el asfalto y alertas de frenada proactiva.

Si todo falla, el sistema eCall llama automáticamente a emergencias, gratuito durante los primeros años. Eso sí, el frenado de emergencia en marcha atrás no detecta peatones, así que conviene vigilar la cámara.

Lo más destacado del Tayron:
- Espacio líder en su clase: tres filas (excepto híbrido enchufable), segunda fila deslizante, maletero enorme y habitáculo apto para adultos altos, niños y hasta la jaula del perro.
- Silencio: cristales acústicos y aislamiento de primera convierten el Tayron en una biblioteca rodante, un lujo poco habitual en familiares.
- Tecnología fácil: Volkswagen abandona el panel táctil absoluto por botones reales y controles lógicos. Los asistentes funcionan, el infotainment es sensato y todo resulta comprensible tras una dura jornada.
- Gama de motores sensata: desde mild hybrid y diésel potentes hasta gasolina vivaces e híbrido enchufable que supera a muchos eléctricos en autonomía urbana.
- Seguridad cinco estrellas: toda la tecnología clave desde el acabado básico. El Tayron quiere mantenerte a salvo.

Cuestiones a tener en cuenta:
- Diseño sin emociones: sólido y tranquilo, quizás demasiado. Si buscas impacto visual, hay opciones más atrevidas.
- No es deportivo: dirección ligera, suspensión blanda, subviraje seguro. No invita a atacar curvas.
- Precio cercano al premium: el Tayron cuesta más que un Kodiaq o un Sorento. Ofrece mucho, pero la insignia VW se paga.
- Sin tercera fila en el híbrido enchufable: ¿quieres siete plazas y propulsión eléctrica? Aquí no. El Kia Sorento sí lo ofrece.
- Freno del PHEV y depósito reducido: la transición entre frenos no es perfecta y el tanque de 45 litros obliga a pasar por la gasolinera si no recargas.

El Tayron es como un ingeniero alemán educado: nunca alza la voz, nunca llega tarde, nunca olvida, nunca presume ni finge ser deportivo o futurista. Simplemente funciona, con discreción y confort, como debe ser un coche familiar.

¿Necesitas coche para niños, perro y carrito? Ahí tienes el Tayron. ¿Quieres escuchar música sin ruido de motor? Tayron. ¿Necesitas dirección a la gasolinera más cercana pero no un terapeuta digital? El sistema IDA te escucha y responde sin análisis psicológico.

¿Es más caro que algunos rivales? Sí. ¿Más deportivo que una bicicleta? No. Pero esa no es la cuestión. El Tayron es el coche en el que no tienes que pensar, porque se encarga de todo con precisión alemana.