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Mercedes-Benz GLE Coupe

GLE Coupé: Más Mercedes que el propio Mercedes

Author: auto.pub | Published on: 26.06.2025

Hoy en día, salvo que vivas en un monasterio, vayas descalzo al trabajo o te engañes cada vez que ves el capó de un Mercedes-Benz GLE, seguro que has soñado con tener un SUV de lujo. Seamos sinceros, el GLE es ese amigo que lo hace todo: viste de traje cuando toca, se adentra en el bosque como un explorador experimentado y conoce a todo el personal de los mejores restaurantes. Nunca es ostentoso, pero siempre está presente. Elegante, silencioso y con la emblemática estrella plateada presidiendo su parrilla.

La historia del GLE comenzó en 1997, cuando Mercedes presentó el M-Class. Por entonces, la idea de un todoterreno de lujo era tan improbable como el beicon vegano o un niño callado en una fiesta de cumpleaños. Pero el M-Class demostró que los escépticos se equivocaban: los coches grandes pueden ser refinados y cómodos, igual de aptos para ejecutivos como para niños llenos de barro en asientos de cuero. Desde entonces, este modelo ha conquistado a más de dos millones de compradores urbanos, superando incluso a muchas estrellas del pop o a políticos en seguidores.

La denominación GLE llegó en 2015, y no fue un simple cambio de nombre, sino la reivindicación del modelo. El GLE se situó junto al E-Class, reclamando una posición aristocrática por encima de los SUV urbanos típicos. No es un truco barato ni una carcasa bonita: es un Mercedes que no pregunta si deseas lujo, lo da por hecho.

Ahora, la versión 2025 es más que una actualización: supone el inicio de una nueva era. La cuarta generación se apoya en una plataforma tecnológica completamente nueva y presume de más inteligencia que algunos gobiernos. Comparte ADN con el GLE Coupé y el imponente GLS, logrando el equilibrio perfecto entre glamour y robustez, ya sea en la ciudad o fuera de ella.

El GLE ocupa su sitio con orgullo en la gama SUV de Mercedes: no tan grande como el GLS, ni tan mítico como el G-Class, pero ideal para quien lo quiere todo: potencia, confort, calidad y un punto de "mírame". Como una herramienta de lujo multifunción, está listo para el concierto o la casa de campo, te muestra las estrellas y hasta aparca solo cuando vas cargado.

El diseño del GLE es todo un ejercicio de precisión medida: nada resulta excesivo, todo está en su justa medida. Los cambios respecto al modelo anterior son tan sutiles que solo los entendidos los perciben y aplauden. La parrilla es un ejemplo de perfeccionismo alemán, con una línea horizontal y diminutas estrellas brillantes, como un maquillaje de cejas que solo se aprecia cuando recibe elogios. Las enormes tomas laterales parecen las propias vías respiratorias del coche.

Los faros mantienen su forma, pero se actualizan, como una nueva temporada de una serie de éxito: familiares pero más llamativos. Las luces diurnas estrenan un diseño moderno, casi como dibujadas a láser. Los pilotos traseros siguen la misma línea, brillando con un toque de discoteca controlada al caer la noche.

De perfil, el GLE recuerda a una excavadora que ha pasado por las manos de Giorgio Armani: 4,92 metros de precisión germana, una batalla amplia que garantiza espacio de sobra para niños y hasta para un perro. Líneas largas, cintura alta y voladizos cortos le otorgan una presencia más admirada que utilizada.

Y luego está el GLE Coupé: como una bailarina con gimnasio. Comparte tecnología con el GLE convencional, pero su silueta es distinta. La zaga descendente fluye como un traje caro sobre un hombre que sabe exactamente cuánta manga debe mostrar. El resultado es como un antílope con tacones: práctico, no mucho. Impactante, sin duda.

El Coupé añade detalles que solo se descubren cuando un amigo pregunta: "¿Qué es esa tapa junto al piloto trasero?". Ahí se esconde el puerto de carga, porque, por supuesto, es un híbrido enchufable. No estropea la estética. Mercedes lo disimula todo tan bien que no sabes qué lleva dentro, pero percibes su valor.

Sentado en el GLE, es fácil imaginar un humidor a la izquierda y un mueble bar a la derecha, lleno de coñacs y whiskies selectos. No parece el típico sitio para esperar un semáforo: ojalá tu casa tuviese ese cuero suave, madera cálida y aroma envolvente.

Mercedes ha buscado recrear la atmósfera de un S-Class en el GLE, y no solo se ha acercado, la ha abrazado. Todo lo que tocas te hace olvidar que estás en un SUV y no en el despacho de un alto ejecutivo. El cuero es sedoso, el metal y la madera auténtica son tan buenos como aparentan. Algunas versiones ofrecen madera de roble que invita a pensar en bosques tranquilos y música clásica.

El salpicadero no es un panel, sino el sueño de un interiorista: dos niveles, detalles cromados y una integración perfecta en los paneles de las puertas. Las salidas de aire circulares tienen más personalidad que algunos motores pequeños de la competencia.

Pero la verdadera función estrella son las pantallas. Frente al conductor, dos displays de 12,3 pulgadas en alta definición se unen en un altar digital, poniéndote en el asiento de un sumo sacerdote tecnológico. La pantalla izquierda es un cuadro de mandos personalizable: puedes elegir entre diales clásicos o poner el navegador en primer plano como si fueras James Bond. La pantalla derecha gestiona el infoentretenimiento y ahora es más rápida e inteligente que nunca. Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos son de serie.

Y luego está el delicioso anacronismo: el touchpad. Ese pequeño panel negro permite moverse con el dedo. Extraño, pero mejor que buscar los asientos calefactados en menús infinitos de la pantalla. El volante integra minúsculos botones táctiles que permiten navegar por los menús con los pulgares, sin apartar la vista de la carretera. Puede resultar incómodo y requiere adaptación. Ojalá vuelvan los botones físicos, porque siempre se agradecen. Por suerte, el GLE mantiene una buena colección de botones clásicos para el clima, el volumen y las ayudas a la conducción: nada de menús laberínticos, todo directo. Mercedes cree que el conductor debe conducir de verdad.

El sistema de sonido es una ópera escenificada para tus oídos. Burmester 3D surround, Dolby Atmos y una calidad que convierte la música clásica en una experiencia de filarmónica en directo.

Los asientos no son simples butacas. Ajustables eléctricamente, de cuero, cómodos y envolventes. La línea AMG añade un diseño más deportivo que te abraza en cada curva como un sillón de alta gama. Las versiones superiores ofrecen función masaje, convirtiendo cada kilómetro en un pequeño placer.

La iluminación ambiental permite elegir entre 64 colores. De noche, parece que aterrizas en un lounge berlinés: azul relajante, púrpura sensual o rojo intenso para sentirte en un anuncio de AMG.

La posición de conducción es como la de un capitán. La consola central es tan grande y alta que podrías jugar al futbolín sobre ella. Detrás, tres adultos disfrutan de espacio generoso: sin peleas de codos y con altura suficiente incluso para los más altos.

El maletero es como el bolso de Mary Poppins: 630 litros en vacío y más de 2 metros cúbicos con los asientos abatidos. Cabe el equipo de esquí, una bici, un carrito y hasta un poco de dignidad.

Este coche no está hecho para el circuito, sino para hacerte sentir importante y relajado, aunque tu agenda diga lo contrario. El GLE 400 e 4MATIC Coupé es ese amigo elegante que disfruta de las mañanas tranquilas, el buen vino y, de vez en cuando, un toque eléctrico.

El GLE es grande. No solo grande, sino realmente imponente. En vacío, supera las 2,6 toneladas, así que más que rodar, se desliza. Y para eso está hecho. Mercedes nunca ha dicho que el GLE sea un SUV deportivo para correr en la Autobahn. Es más bien el sillón con ruedas de un acomodado jubilado suizo. Ahora, todos los GLE incluyen de serie la suspensión neumática AIRMATIC, que filtra casi todo del asfalto salvo el clima.

Gira el volante y enseguida notas que el GLE no quiere estresarte. A baja velocidad, la dirección es mantequilla y aparcar en ciudad es sencillo. Pisa el acelerador ¿qué es ese sonido? ¿Un cuatro cilindros? ¿En serio? Pero ¿por qué va como un seis?

El GLE 400 e 4MATIC une un motor de gasolina 2.0 con uno eléctrico, sumando 381 CV y 650 Nm de par, más que muchos antiguos V8. Puede que la idea de un cuatro cilindros en un Mercedes cause escalofríos a los puristas, pero este motor no tiene nada que envidiar. Acelera de 0 a 100 km/h en unos seis segundos, más rápido que el "coupé" de tu vecino, que en realidad es un Golf bajo.

El sonido del motor de gasolina puede romper el silencio eléctrico como una tos en un club de jazz exclusivo. Aun así, el sistema híbrido es suave y discreto. La combinación entre eléctrico y gasolina es casi perfecta, los cambios son imperceptibles, la frenada regenerativa es lógica y el pedal transmite confianza. Es un coche que piensa en ti más de lo que tú mismo lo harías.

El GLE 400 e híbrido enchufable equipa una batería de 31,2 kWh. Se puede pasar todo el día conduciendo en modo eléctrico. Mercedes promete hasta 96 km de autonomía, más que suficiente salvo que vayas de ciudad en ciudad cada mañana. Además, el GLE 400 e es de los pocos híbridos enchufables con carga rápida DC de hasta 60 kW. Dicho de otro modo: puedes recargarlo antes de terminar tu café y sándwich. Muchos rivales ni se acercan.

Cuando se agota la batería, sigues adelante: el motor de combustión entra en acción y el viaje continúa sin problemas. No es un coche de "ansiedad por la autonomía". Es un coche de "relájate y repite".

En una carretera de curvas, sí, la carrocería balancea y se nota su peso. La suspensión hace lo que puede, pero la física es la física. No es un Porsche Cayenne que susurra en las curvas: es un coche que cierra los ojos y espera que tu etapa deportiva pase pronto.

En autopista, el GLE está en su salsa: fuerte, silencioso y seguro. El aislamiento acústico es de primera: ni los retrovisores susurran. Con el Burmester y Dolby Atmos, podrías no darte cuenta de que ya circulas a 130 km/h.

Si el cuatro cilindros no te convence, puedes elegir diésel (300 d o 450 d, ambos mild hybrid), un gasolina de seis cilindros (GLE 450) o, por supuesto, las versiones AMG. Y luego está el monstruo: AMG GLE 63 S, con un V8 biturbo de 4.0 litros, más de 600 CV y un 0 a 100 que humilla a muchos deportivos. Pero ese es otro universo.

El GLE es también una especie de Fort Knox rodante, repleto de sensores, radares y planes de emergencia dignos de una misión lunar de la NASA. Si algún coche puede decir que se preocupa por ti, es este.

La carrocería es tan robusta como un argumento de filósofo alemán, fabricada con aceros de alta y ultra alta resistencia. Si ocurre algo, estarás protegido como un tesoro en una caja fuerte. Y si no basta, hay airbags por todas partes: frontales, de rodilla, laterales, de cortina. No te extrañe que en el futuro añadan más.

Bajo el paraguas PRE-SAFE, Mercedes ha reunido una línea de tecnologías pensadas para que, si algo sale mal, tú no. El GLE anticipa impactos (frenadas bruscas, paradas repentinas), tensa cinturones, ajusta asientos, cierra ventanillas y techo, e incluso reproduce un sonido especial que activa el reflejo natural del oído para evitar daños auditivos. Es un coche salido de la consulta de un audiólogo.

El GLE piensa contigo, a veces mejor que tú mismo. El control de crucero adaptativo mantiene la distancia, frenando y acelerando por ti. Añade el Asistente de Dirección Activa y el coche se mantiene en el carril como un perro bien adiestrado que no se lanza detrás de una ardilla. En tráfico denso, el Asistente Stop-and-Go mueve, para y arranca el coche solo, dejando que revises Instagram si te apetece.

El Asistente de Frenado Activo avisa de peatones, coches o patinetes en tu camino. Si no reaccionas, el coche sí lo hará, frenando o incluso esquivando el obstáculo. Controla hasta los cruces y actúa si aparece alguien desde un lateral, como una madre vigilante apartando a su hijo de la cocina.

El Asistente de Ángulo Muerto te avisa de vehículos allí donde no ves. Si señalizas y hay alguien, el GLE parpadea y pita. Si insistes, te recuerda que no gires y te metas en líos.

La Advertencia de Salida es muy útil: te avisa si vas a abrir la puerta cuando se acerca un ciclista. El coche lo ve antes que tú, incluso antes de que tú mismo notes la manilla.

El Asistente de Mantenimiento de Carril te ayuda a no desviarte, interviniendo suavemente si te sales por cansancio.

El GLE reconoce señales: límites de velocidad, prohibiciones, todo aparece en el cuadro. Incluso puede ajustar la velocidad solo. El Attention Assist vigila si te fatigas y saca una taza de café en pantalla si cree que necesitas una pausa.

Aparcar un GLE podría ser como meter un elefante en el supermercado, pero aquí no. PARKTRONIC y las cámaras 360 lo hacen tan fácil como encontrar una salchicha en una gasolinera. El capó transparente no es broma: Mercedes muestra virtualmente por dónde van las ruedas, como jugar a Forza con más responsabilidad. Y si no quieres aparcar, que lo haga él. El Asistente de Aparcamiento se encarga de todo: dirección, freno y acelerador, solo tienes que mantener pulsado un botón, como si activaras el masaje.

Y suma ESP, ABS, control de tracción y todo lo básico de la autoescuela. Mercedes va más allá: el Asistente de Viento Lateral te mantiene firme en puentes ventosos, el control de estabilidad de remolque mantiene el sueño vacacional bajo control, evitando que acabes en YouTube.

Si todo falla, está la llamada de emergencia Mercedes-Benz: el coche pide ayuda, da tu ubicación y casi seguro mejora tu ánimo al saber que viene el auxilio.

Si hay que resumir el Mercedes-Benz GLE en dos palabras: confianza serena. No es un coche para todos los gustos. Sabe que no lo necesita. No busca clics ni atención fácil. Se sienta a la mesa, pide un coñac y espera a que todo se calme.

El GLE es como un caballero antiguo que ha aprendido modales modernos pero no olvida sus raíces. Es evolución pura: un SUV de lujo que ha ganado inteligencia, silencio y sofisticación, sin perder su carácter clásico.

Si buscas un coche capaz de todo, cómodo, seguro y con grandeza, pero sin estridencias ni arrogancia, el GLE es para ti.