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Renault 5 E-Tech Electric

Renault 5: Mucho Más que un Eléctrico, una Obra Maestra de la Nostalgia

Author: auto.pub | Published on: 25.06.2025

Como tantas buenas historias, el renacimiento del Renault 5 comenzó con un hallazgo casual. Luca de Meo, CEO de Renault, paseaba por la oficina cuando se topó con una pequeña maqueta polvorienta en una estantería olvidada del departamento de diseño. Mientras la mayoría de los directivos la habría dejado acumular polvo, de Meo vio en ese modelo el futuro de Renault. Así nació la idea de resucitar el Renault 5, esta vez como coche eléctrico.

Comenzó entonces un proyecto audaz. Ingenieros que antes se afanaban en que el Zoe eléctrico no pareciera un electrodoméstico recibieron el encargo de casar una plataforma EV completamente nueva con un variado surtido de piezas de Renault y Dacia. Algo así como si Gordon Ramsay preparara un plato gourmet con las sobras del fondo de tu nevera. El resultado: el Renault 5 E-Tech Electric.

Renault presume con orgullo de su batería refrigerada por líquido, carga más rápida y un eje trasero heredado del Dacia Duster. La marca aspira a conquistar tanto a nostálgicos que añoran su juventud como a la generación TikTok, confiando en que su urbano de inspiración retro conquistará también a los más jóvenes.

Renault insiste en que este modelo es mucho más que otro utilitario eléctrico insulso. Es un intento francés, con estilo y cierto aire excéntrico, de demostrar que los coches aún pueden ser divertidos incluso sin el rugido de un motor de combustión.

El Renault 5 original supuso toda una revolución: pequeño, práctico e irresistible, llegó en el momento justo. El regreso eléctrico tiene un listón muy alto. Renault cree que el R5 E-Tech Electric está a la altura, repleto de tecnología moderna para lograr que, en 2025, la gente lo prefiera antes que un barato eléctrico chino.

¿Conseguirá el Renault 5 E-Tech Electric unir las lágrimas vintage de los hipsters con los sueños ecológicos de la juventud urbana o es solo otro intento de sacar partido a la nostalgia colectiva? Veámoslo.

El Renault 5 E-Tech Electric parece recién salido de una máquina del tiempo. Su silueta es inconfundible, incluso entre la niebla o a lo lejos. Es, sin duda, un Renault 5, pero no una simple copia cansada; es una versión moderna y musculada. El coche es bajo, compacto y sorprendentemente ancho.

Los pasos de rueda homenajean al musculoso R5 Turbo, sugiriendo nervio de rally aunque no vaya a competir. Los faros lucen un diseño cuadrado retro que te transporta directo a la época del VHS, cuando los coches tenían personalidad. Los pilotos traseros son verticales, rojos y cuentan con un nivel de detalle digno de Michelangelo.

En el capó, un LED en forma de “5” es más que un número: es un indicador luminoso del nivel de batería. En el lugar de la antigua toma de aire, ahora hay inteligencia digital: cinco barras, cada una equivalente al 20 por ciento de la carga.

Dentro, el habitáculo futurista mezcla tejidos que bien podrían venir de un estudio parisino o de las cortinas de la cocina de tu abuela. Curiosamente, funciona.

El salpicadero incluye una pantalla ancha y una repisa horizontal que recuerda al R5 clásico, ideal para dejar cigarrillos mentolados o un pequeño walkman si aún tienes uno. Los asientos, inspirados en el modelo Turbo, cuentan con aletas laterales originales que añaden un toque deportivo a la compra semanal. La tapicería suave está hecha de botellas de plástico recicladas; sí, literalmente te sientas sobre Sprite.

El acabado Iconic Cinq es un estallido de amarillo, alegre y atrevido. Un soplo de color frente a los interiores grises que abundan hoy en día. Los acabados inferiores son más funcionales, pero la versión alta es tan acogedora como una cafetería de moda en Berlín.

Eso sí, algunos detalles resultan excesivos. El símil de cuero en el salpicadero brilla como un jamón glaseado, pidiendo casi ser horneado. Pero asientos, volante y mandos transmiten calidad; no llegan al nivel de Bentley, pero sí superan lo habitual en un utilitario.

Hay dos pantallas nítidas: una para la instrumentación y otra para multimedia, ambas grandes y bien definidas. El diseño es minimalista, solo lo esencial: velocidad, navegación (con Google Maps) y una disposición lógica. Importante, los controles básicos siguen siendo físicos.

El selector de marchas, si se le puede llamar así, está en la columna del volante y no tiene posición de parking dedicada. Se sitúa donde uno buscaría los limpiaparabrisas, un detalle peculiar al que hay que acostumbrarse.

Los espacios de almacenamiento son correctos, aunque no abundantes. El hueco delantero es cómodo, atrás suficiente salvo para gigantes. Cinco adultos solo caben si uno o dos son invisibles. El maletero ofrece 326 litros, más que algunos rivales, con un compartimento oculto para los cables de carga. Eso sí, olvida meter una mochila grande. No hay maletero delantero, ya que ahí van el motor y otros componentes.

En marcha, el Renault 5 se comporta como un pequeño bulldog: compacto pero pegado al asfalto. La suspensión está tan bien afinada que casi parece que los ingenieros juraron a Hacienda no haber robado nada de la F1. Al acelerar a fondo, se oye un leve zumbido, prometiendo más potencia de la que la electrónica permite. No es un campeón de Nürburgring, pero toma curvas mejor que muchos de su clase. Hay algo de balanceo, lo justo para recordar que la física existe, pero no para asustar. El sistema de frenos por cable tiene un tacto más convincente que el de algunos deportivos, con un pedal firme y seguro.

No te pegará al asiento, pero tampoco lo pretende. El 0 a 100 km/h se cubre en 7,9 segundos en la versión potente, más que suficiente. Pisa el acelerador y el coche responde sin dramas. La velocidad máxima es de 150 km/h.

A alta velocidad se nota algo de ruido aerodinámico en los pilares A, pero el sistema de sonido basta para taparlo.

Existen dos mecánicas: 120 o 150 CV, ambas con tracción delantera. La batería va bajo el suelo, el motor delante y todo está ordenado como en una pastelería francesa.

La batería es de tipo Ni-NMC (níquel, manganeso y cobalto). El paquete de 40 kWh tiene tres módulos, el de 52 kWh cuenta con cuatro, lo que simplifica el montaje y el mantenimiento.

Con un peso de entre 1400 y 1500 kg, el Renault 5 es ligero para ser un eléctrico.

La versión Comfort Range de 52 kWh promete hasta 410 km WLTP, mientras que la Urban Range de 40 kWh ronda los 300 km. En la práctica, será menos, como siempre. Para ciudad y trayectos cortos, más que suficiente. En autopista a 125 km/h, la autonomía baja a unos 200 km. El modo Eco limita la velocidad a 115 km/h pero suma un 15–20 por ciento de autonomía extra. El R5 es, ante todo, un coche urbano.

La carga es tan sencilla como pedir una pizza. En corriente alterna acepta de 7 a 11 kW, según configuración; no es récord, pero sí suficiente para recargar durante la noche. En continua:
- Batería pequeña: hasta 80 kW, del 10 al 80 por ciento en unos 30 minutos.
- Batería grande: hasta 100 kW, del 15 al 80 por ciento también en unos 30 minutos.

Extras destacables:
- Con Google Maps, el R5 precalienta la batería antes de llegar a un punto de carga.
- Soporta V2L, para conectar otros dispositivos (cafetera, portátil en el campo).
- Preparado para V2G, permitiendo vender electricidad a terceros en el futuro.

Incluso el Renault 5 básico viene cargado de tecnología de seguridad, superando a varios rivales. Frenada automática de emergencia delante y detrás, asistente de mantenimiento de carril que corrige con firmeza, reconocimiento de señales y detector de fatiga, todo de serie. Los acabados altos suman asistentes avanzados cada vez más necesarios en ciudad.

La versión Iconic puede aparcar sola. Basta con relajarse y dejar que el coche haga el trabajo.

Seis airbags de serie: cortina, laterales y frontales. Solo falta el central, por lo que Euro NCAP da cuatro estrellas. Es como decir que el pastel está delicioso pero tiene un hueso de cereza.

También incluye la función “My Sense Perso”: elige qué avisos sonoros obligatorios de la UE quieres silenciar y hazlo con solo dos toques. Más fácil que en la mayoría de marcas.

Si el Renault 5 original era tan común en la Europa de los 70 y 80 como las cortinas de plástico o los cigarrillos en el bolsillo de un tractorista, el nuevo R5 es una mezcla nostálgica: parte retro, parte futuro, sin aspirar a convertirse de nuevo en un superventas. El antiguo R5 era como el pan en la panadería del pueblo: todos lo necesitaban, todos lo tenían. El nuevo es una delicatessen: no es para todos, pero quien lo elige lo aprecia de verdad.

Pero no es solo un souvenir. El Renault 5 es un utilitario eléctrico absolutamente convincente y afilado, que logra ser moderno sin perder la sonrisa.