




Zenvo Mjølner: el V12 de producción más potente del mundo quiere gustar también a los reguladores
El fabricante boutique danés Zenvo está desarrollando lo que afirma será el motor V12 de combustión de producción más potente del mundo, en un momento en que buena parte de la industria se prepara para enterrar la era de la combustión interna. El proyecto se llama Mjølner, por el martillo de la mitología nórdica, con el objetivo de crear una unidad de 1.250 CV capaz de girar hasta 9.800 rpm y cumplir la normativa de emisiones a escala global.
El logro se persigue en colaboración con MAHLE Powertrain, una casa de ingeniería veterana y tradicionalmente conservadora que ha apoyado a numerosos fabricantes europeos. A través de MAHLE, el proyecto gana décadas de experiencia y metodologías probadas, frases que la nota de prensa alterna con elogios a pensar fuera de los esquemas.
Zenvo sostiene que el propulsor Mjølner no es solo una exhibición de fuerza bruta, sino parte de un sistema híbrido de última generación. La intención es ofrecer no solo potencia pura, sino también agrado de conducción y usabilidad, supuestamente sin concesiones. Qué significa exactamente un V12 de 1.250 CV sin concesiones en el tráfico diario sigue siendo difuso. Igualmente poco claro es cómo una creación así cumple las normas de emisiones globales a lo largo de todo el ciclo de vida del motor, justo cuando los objetivos de CO2 europeos se endurecen y en Estados Unidos el interés se desplaza de forma constante hacia lo eléctrico más que hacia los hiperdeportivos.
El proceso de construcción puede seguirse en la serie documental de YouTube de Zenvo, que promete una mirada única entre bastidores, pero que muestra sobre todo espacios de trabajo sorprendentemente silenciosos, ingenieros siguiendo rutinas estándar y abundantes planos con cámara en mano asomándose entre tubos y cables.
El Aurora, el coche para el que se diseña este motor, tiene previsto entrar en producción en 2026. Hasta entonces, la colaboración entre Zenvo y MAHLE sirve de recordatorio de que, incluso en el ocaso de la combustión, aún quedan devotos poco dispuestos a renunciar a la complejidad, al ruido y al consumo. Y quizá ese sea el punto: Mjølner puede que no esté a prueba de futuro, pero desde luego es un anacronismo notable.