









Insignia antes que innovación: el Toyota bZ Woodland se viste de estreno sobre ruedas conocidas
Cuando Toyota presentó el bZ Woodland en Norteamérica con la pompa de una fiesta de debutantes, el mensaje era claro: llega lo próximo en movilidad eléctrica. Pero basta con mirar un poco más allá de la superficie—y quizá rascar la pintura—para descubrir una historia mucho más conocida. Bajo esa apariencia, no se esconde un modelo revolucionario, sino un Subaru Trailseeker con el emblema de Toyota, vestido con los acabados digitales de la marca y presentado como una innovación fresca. En Japón, este modelo se conoce como bZ4X Touring, y no es que comparta plataforma con su primo de Subaru: comparten casi todo. La misma arquitectura E-TNGA, la misma carrocería, el mismo sistema de doble motor con 380 caballos, y la misma batería de 74,7 kWh que promete una autonomía máxima de 418 kilómetros. Incluso la distancia al suelo—211 mm—y el sistema X-Mode para terrenos complicados son herencias directas. Si tienes la sensación de haberlo visto antes, no eres el único. En el interior, destaca una pantalla táctil de 14 pulgadas, asientos delanteros calefactados y, si el presupuesto lo permite, el paquete Premium añade extras como sistema de sonido JBL, asientos ventilados, techo panorámico y comodidades climáticas para disfrutar de la naturaleza sin pasar frío. La carga USB-C y dos bases inalámbricas mantienen tus dispositivos a punto, mientras que la llave digital y el Toyota Safety Sense 3.0 cumplen con los imprescindibles de cualquier SUV moderno. El bZ Woodland no representa tanto una innovación como una estrategia: una apuesta calculada y prudente por el territorio eléctrico, sin alterar el equilibrio actual. Toyota, como muchos fabricantes tradicionales, parece más dispuesto a adentrarse poco a poco en el futuro eléctrico reutilizando piezas ya conocidas. No es una revolución; es un simple cambio de etiqueta. Llámenlo el nuevo Toyota, si quieren. Pero no pretendan que es algo que no hayáis visto antes.