Rolls-Royce Phantom 100: Un siglo entre la música y el mito
Para celebrar su centenario, Rolls-Royce recurre a una táctica conocida: vincular su buque insignia a la cultura popular. El comunicado de prensa proclama con grandilocuencia que el Phantom ha sido el “icono de los iconos”, acompañando la historia musical desde la era del jazz hasta el hip hop, como si la imponente berlina hubiera sido siempre una protagonista oculta. La lista de nombres impresiona: Marlene Dietrich, Elvis Presley, John Lennon, Liberace, Elton John, 50 Cent. Sin embargo, la realidad es más sencilla. El Phantom rara vez ha sido una herramienta creativa; casi siempre ha funcionado como símbolo de estatus.
Aun así, las anécdotas resultan irresistibles. El Phantom I verde de Dietrich formó parte del decorado de la época dorada de Hollywood. El coche de Elvis servía de espejo para sus gallinas. El Phantom V psicodélico de Lennon se convirtió en un manifiesto flower power que escandalizó a la alta sociedad londinense. Cada historia es pintoresca, pero todas refuerzan la misma idea: el Phantom actuaba como un lujoso disfraz escénico, una forma de anunciar que uno había llegado a la cima.
Con el tiempo, los relatos se volvieron aún más extravagantes. Liberace apareció en el escenario a bordo de un Phantom cubierto de espejos, transformándolo en una bola de discoteca sobre ruedas. Elton John compró uno por impulso en un concesionario de Mánchester camino de un concierto y regaló otro a un compañero de banda tras una gira soviética en la que le pagaron en carbón en vez de dinero. Rolls-Royce siempre ha prosperado entre el glamour y lo absurdo.
Luego está el mito persistente de Keith Moon, quien supuestamente hundió su Phantom en la piscina de un hotel. Sea cierto o no, la historia ha calado tanto en la memoria colectiva que la marca ahora juega con la leyenda, recreando simbólicamente la escena al sumergir un panel de carrocería en una piscina para la campaña del centenario.
En la actualidad, la narrativa resulta más previsible. El hip hop ha convertido de nuevo a Rolls-Royce en sinónimo global de estatus. Desde los videoclips de Snoop Dogg y Pharrell hasta las portadas de discos de Lil Wayne y los programas de televisión de 50 Cent, el Phantom ha pasado de ser un coche a convertirse en un canal publicitario rodante. El “cielo estrellado” del techo, el Starlight Headliner, se ha transformado en un tópico recurrente en letras y vídeos de rap.
El Phantom nunca ha sido una obra revolucionaria en sí misma. Más bien, actúa como un espejo: refleja el éxito, la excentricidad y el exceso de quienes lo conducen. Rolls-Royce puede hablar de “una ambición compartida de hacerse notar”, pero la historia sugiere algo más sencillo: el Phantom siempre ha estado ahí, listo para absorber el color, el significado o el mito que su último propietario quiera proyectar.