
Porsche frena la electrificación total: su SUV insignia llegará con motor de combustión
Porsche acaba de concluir una profunda revisión estratégica y el resultado es claro. Los motores de combustión interna seguirán ocupando un lugar destacado en la gama, mientras que varios proyectos eléctricos previamente anunciados se retrasan. El mayor cambio afecta al futuro SUV tope de gama de la marca, conocido internamente como K1, que inicialmente iba a ser un escaparate totalmente eléctrico.
La dirección ha decidido ahora que el modelo se lanzará con versiones de gasolina y variantes híbridas enchufables, mientras que la versión completamente eléctrica queda aplazada sin fecha definida. El motivo es evidente: la demanda de vehículos eléctricos de lujo ha descendido notablemente, sobre todo en Estados Unidos y China, los dos mercados clave para el éxito del K1.
En un principio, el K1 iba a utilizar la nueva plataforma SSP Sport de Porsche, desarrollada en paralelo con la próxima generación del Taycan. Se planteaba como el vehículo más ambicioso, avanzado y costoso de la marca. Sin embargo, la realidad ha obligado a la compañía a ajustar sus planes y priorizar la respuesta al mercado frente al despliegue tecnológico.
A largo plazo, Porsche también ralentiza el lanzamiento de sus futuras plataformas eléctricas previstas para la próxima década. Mientras tanto, la marca asegura que seguirá invirtiendo en modelos eléctricos actuales como el Taycan y el Macan Electric, además de continuar el desarrollo del Cayenne Electric y de un nuevo deportivo eléctrico de dos motores que sucederá al 718.
Igualmente relevante, tanto el Panamera como el Cayenne continuarán ofreciéndose con motores de combustión bien entrada la próxima década, no como soluciones transitorias, sino como nuevas generaciones completas.
El consejero delegado Oliver Blume ha subrayado que este reajuste es esencial para mantener la resiliencia y la capacidad de adaptación de Porsche. Sin embargo, las consecuencias financieras son inevitables. Para 2025, la empresa advierte de una reducción de beneficios, agravada por los nuevos aranceles estadounidenses y la menor demanda en China. Las previsiones de ingresos se mantienen en 37–38 mil millones de euros, pero el margen operativo se reduce del 5–7 por ciento previsto a solo un 2 por ciento.