
Mira cómo 5.000 personas superan en ingresos a 300.000 trabajadores chinos
Algunas empresas fabrican coches. Otras se estrenan en bolsa y de repente se autodenominan “plataformas de movilidad”.Y luego está Ferrari: el templo rojo de Maranello que imprime dinero, y que en 2024 recordó al mundo que cuando vendes apenas 13.752 coches a precios que harían temblar a un sultán, no necesitas molestarte con la producción en masa. Porque cada empleado genera más beneficios que los que muchas empresas logran en todo un ejercicio fiscal.
Ferrari vende mucho más que prestaciones y prestigio: vende un aura. Una marca tan venerada que incluso Bugatti observa con cierta envidia desde la distancia. Los 1.580 millones de dólares de beneficio neto del año pasado no cayeron del cielo. Y aquí llega la parte realmente sorprendente: cada empleado —desde el técnico que susurra a los motores hasta el contable que firma los balances— generó más de 291.000 dólares de beneficio puro. Eso significa que Ferrari gana un millón de dólares cada cinco horas, mientras que BYD, con toda su pasión por las baterías, debe esforzarse durante 48 veces más tiempo —como un agricultor hambriento— para lograr la misma cifra.
Por ponerlo en perspectiva: Toyota, el metrónomo industrial del mundo del automóvil, se embolsó 32.000 millones el año pasado. Pero con casi 400.000 empleados, cada uno aporta apenas un tercio de lo que genera un trabajador de Ferrari. ¿Tesla? Claro, Musk podrá lanzar cohetes a Marte y comprar redes sociales por diversión, pero cada uno de sus empleados produce cinco veces menos beneficio que sus homólogos italianos.
Pero nada de esto es cuestión de suerte. Ferrari no hace descuentos. No busca agradar a las masas. Vende a quienes consideran que medio millón de euros por un híbrido estridente es una decisión perfectamente sensata, siempre que —eso sí— el coche proteste si se te ocurre salir del modo "Sport".
Mientras la mayoría de fabricantes mide el éxito en unidades vendidas o cuota de mercado, Ferrari lo hace en segundos y dólares. No conquistan mercados: seleccionan a sus clientes. Y cuando alguien pregunta por qué Ferrari no fabrica un pequeño SUV urbano, la respuesta es deliciosamente sencilla: no lo necesitan.
Esto plantea una cuestión fascinante: ¿qué importa más —la rapidez con la que generas beneficios, o cuánto produce realmente cada empleado? Toyota es un reloj suizo de la rentabilidad: un millón de dólares cada 16 minutos. Pero Ferrari demuestra que una máquina ajustada, precisa y descaradamente exclusiva puede generar efectivo a un ritmo que deja boquiabierta incluso a Wall Street.
Para algunos, esto es un modelo de negocio.Para Ferrari, es simplemente otro miércoles.