Maserati MCPURA en Goodwood: Brillo deslumbrante, esencia conocida
En el Festival de la Velocidad de Goodwood, Maserati presentó su última llamada obra maestra, el MCPURA, que sigue los pasos del MC20, el modelo que inauguró una nueva etapa para la marca en 2020. Este nuevo deportivo presume de un acabado más brillante y un interior aún más refinado, pero en el fondo, los cambios son mínimos. El Tridente no busca revoluciones en este momento, sino perfeccionar con esmero lo ya existente.
El MCPURA mantiene el mismo motor Nettuno V6 biturbo de 3.0 litros y 630 caballos que debutó hace cinco años en el MC20. Su tecnología de combustión con precámara, inspirada en la Fórmula 1 y con doble bujía, ya no sorprende como antes. Sin embargo, con un peso inferior a los 1500 kg y una relación peso-potencia de 2,33 kg por caballo, sigue siendo una máquina técnicamente precisa.
Fiel a su nombre, el MCPURA apuesta por la estética. La pintura especial Ai Aqua Rainbow cambia de tono bajo el sol, el logotipo del Tridente resplandece en tonos magenta y azul, y los asientos, revestidos en Alcantara grabada por láser, realzan el impacto visual sobre una base técnica ya conocida.
La versión Cielo, el descapotable, estrena un techo de cristal que se vuelve opaco en un segundo, una primicia en su clase. Llama la atención, aunque funcionalmente no aporta nada que Mercedes, McLaren o incluso Renault no hayan ofrecido antes. La novedad está en que es el primero de Maserati, no de la industria.
Las puertas de apertura vertical dejan ver el monocasco de fibra de carbono, algo habitual en este segmento. Maserati destaca con orgullo su fabricación "100% en Módena", aunque el encanto artesanal apela más a la emoción nostálgica que a una verdadera ventaja comercial.
Así, el MCPURA no es un punto de partida nuevo, sino una evolución meticulosamente afinada del MC20. Con el eslogan de aire cuántico "E = MCPURA", se presenta como un paso lógico en la estrategia de la marca. Y quizá ahí esté el secreto de Maserati: no romper moldes, sino perfeccionarlos hasta alcanzar una sofisticación más brillante, exclusiva y precisa. El verdadero lujo no siempre consiste en inventar, sino en dominar el arte de la repetición.
