
La silenciosa crisis de BYD: un pato al borde del abismo
Si la industria automovilística china fuera una película, la escena actual tendría tintes inquietantemente apocalípticos. En una contundente entrevista concedida a la agencia china Sina, el consejero delegado de Great Wall Motors, Wei Jianjun, dibujó un panorama sombrío para el futuro, advirtiendo que uno de los grandes actores ya se encuentra en una peligrosa pendiente hacia la quiebra. Aunque no mencionó a BYD de manera explícita, la insinuación era clara. “Ya existe un Evergrande en el sector del automóvil. Simplemente no ha estallado aún”, afirmó, haciendo alusión al gigante inmobiliario que colapsó en 2021.
Y si camina como un pato, grazna como un pato y arrastra ochenta y un mil millones de dólares en deuda, cuesta pensar otra cosa. BYD sigue brillando en las cifras de ventas, pero ese resplandor podría desvanecerse rápidamente si los subsidios estatales se agotan. Su nivel de endeudamiento supera al de cualquier otro competidor, y la creencia de que esta situación puede sostenerse se apoya más en la fe que en los balances financieros.
Wei fue más allá. Se mostró dispuesto a financiar una auditoría independiente de toda la industria automovilística china. Su objetivo era claro: proteger años de trabajo y el respaldo de la opinión pública, que podrían desvanecerse de la noche a la mañana. Según él, los vehículos puramente eléctricos no son viables. Todos venden por debajo del coste, y construir una empresa sobre esa lógica es perseguir un imposible movimiento perpetuo.
Great Wall nunca ha ocultado su escepticismo respecto a un futuro completamente eléctrico. La compañía sigue apostando por los motores de combustión interna, y su programa de desarrollo de motores V8 es buena prueba de ello. Wei defiende que los híbridos son la clave, ya que el grueso del trabajo sigue recayendo en el fiable motor de gasolina.
Si BYD realmente cae, no será una bancarrota más. Supondría una fractura en los cimientos de toda una industria.