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Nissan R35 GT-R

Fin de una era: Nissan fabrica el último R35 GT-R

Author: auto.pub | Published on: 26.08.2025

Tras una trayectoria extraordinaria, el último Nissan R35 GT-R ha salido de la línea de producción en la planta de Tochigi, Japón. Esta unidad, terminada como Premium Edition T-Spec en Midnight Purple, pone punto final a una historia de 18 años marcada por la evolución constante y una resistencia inquebrantable. Se produjeron unas 48.000 unidades, repartidas por todo el mundo, prueba de que, pese a las críticas y la llegada de rivales formidables, el GT-R se negó a desaparecer.

Nissan, por supuesto, evita presentar esto como una despedida definitiva. El discurso oficial habla de "honrar el legado" e "imaginar la próxima generación". En realidad, nadie sabe cuándo ni en qué forma podría aparecer un nuevo GT-R. Las presiones de la electrificación, la normativa cada vez más estricta y las propias limitaciones financieras de Nissan hacen poco probable un regreso inmediato. Por ahora, resulta más sencillo mantener viva la leyenda con el mensaje comercial de que "esto no es un adiós, sino un hasta pronto".

Cuando debutó en 2007, el R35 rompió con la tradición. A diferencia de sus antecesores, no se conformó con un simple restyling a mitad de vida, sino que evolucionó de forma incremental, con mejoras pequeñas pero constantes. El V6 biturbo pasó de los 480 caballos originales a 600 en las versiones NISMO más extremas. El diseño y la tecnología siguieron un camino similar, afinando el coche año tras año hasta convertirlo, paradójicamente, en un modelo cada vez más rápido y a la vez más anacrónico.

Su legado se escribe tanto en tiempos de vuelta como en leyendas. El Nürburgring se convirtió en una obsesión para Nissan: de un 7:38 en 2007 a 7:08 una década después en la versión NISMO. En casa, en el circuito de Tsukuba, los récords cayeron hasta que la última generación NISMO bajó de la mágica barrera del minuto. En 2016, el GT-R logró un Récord Guinness de derrape a 304,96 km/h, una hazaña tan desmesurada como simbólica.

El R35 nunca buscó la sofisticación ni la belleza. Era a la vez superdeportivo e instrumento contundente, una máquina de fuerza bruta que a menudo superaba en precio a sus rivales europeos, igualando o superando su rendimiento. Su atractivo residía en demostrar que una marca generalista podía crear un coche capaz de humillar a Ferrari y Porsche. Esa incómoda realidad convirtió al R35 en un icono de culto.

Ahora, con el último ejemplar terminado, comienza la espera. El nombre GT-R perdurará, pero la próxima generación deberá adaptarse a un mundo donde los V6 biturbo artesanales y la crudeza de la combustión interna parecen destinados más a los museos que al asfalto.