La fantasía nostálgica Can-Am de Steve Nichols aterriza en Pebble Beach
Nichols Cars, un pequeño pero ambicioso fabricante británico, presentó su primera creación en Monterey: el N1A, un coche que no esconde su devoción por el pasado. Su inspiración proviene directamente de los prototipos Can-Am de McLaren de los años sesenta y, de forma aún más clara, del McLaren MP4/4 de 1988, diseñado por el propio Steve Nichols y consagrado por Senna y Prost en una temporada de dominio absoluto.
La versión de lanzamiento, denominada ICON 88, se fabricará en solo 15 unidades, cada una dedicada a una de las victorias del MP4/4. Es una idea romántica, aunque no oculta su exclusividad orientada al marketing. La máquina es una escultura artesanal de 900 kilos, impulsada por un V8 GM LS3 atmosférico de 7,0 litros, revisado para entregar 650 caballos a través de una caja manual de seis marchas. Al menos aquí, la promesa de una "experiencia de conducción pura y analógica" se materializa de forma tangible.
El uso de carbono reforzado con grafeno, la aerodinámica perfeccionada en el túnel de viento de MIRA y los neumáticos Michelin Cup 2 otorgan al coche credenciales técnicas de peso sobre el papel. Sin embargo, persiste la duda: ¿cuánto hay de tecnología del siglo XXI y cuánto de nostalgia revestida de forma retro? En el interior, la palanca de cambios inspirada en Senna, los relojes analógicos y el lujo minimalista evocan más un objeto de culto que un habitáculo orientado al futuro, pensado para un círculo muy reducido de entusiastas.
Se prevé fabricar menos de 100 N1A, lo que garantiza que sigan siendo piezas de nicho, más destinadas a colecciones privadas que a circular por carretera. Sin embargo, en los jardines de Pebble Beach, el coche parecía estar en su elemento: un artefacto que refleja a la vez la nostalgia de un ingeniero, el romanticismo de las carreras clásicas y el deseo perenne de los más acaudalados de poseer un fragmento de la época dorada de McLaren.
