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Jody Scheckter, Tyrell P34

El campeón de Fórmula 1 que no puede obtener el carné de conducir

Author: auto.pub | Published on: 09.06.2025

Jody Scheckter, quien fuera rey indiscutible de la Fórmula 1 y campeón del mundo en 1979, se encuentra ahora en una situación que haría sonrojar incluso al mismísimo Mr. Bean. El hombre que en su día volaba por las rectas de Monza a bordo de un Ferrari, hoy tiene prohibido ponerse al volante. El ganador de diez Grandes Premios se ve reducido a recorrer caminos en bicicleta, como un turista dominguero en la Toscana.

La razón es tan sencilla como absurda—algo digno de un guionista satírico en un día inspirado. Scheckter se trasladó recientemente a Italia y allí, sin hacer ruido, su carné de conducir británico caducó y se volvió inútil. La legislación italiana, como era de esperar, no se deja impresionar por la nostalgia, ni siquiera si tiene el rojo Ferrari como trasfondo. Para poder conducir en Italia, hay que realizar seis clases prácticas y superar dos exámenes, por supuesto, en italiano. Las clases de idioma, eso sí, no están incluidas.

"Seguro que me suspenden", confesó Scheckter a la prensa. No sorprende: su dominio del italiano es comparable al de cualquiera intentando tararear en idioma escarabajo. Y como la ley no permite transferir su antiguo carné como si fuera una botella de vino añejo de una estantería a otra, debe empezar de cero.

Scheckter acudió entonces a quienes aún podrían sentir la llamada de la nostalgia: el equipo jurídico de Ferrari. Al fin y al cabo, fue ese legendario coche rojo el que le llevó a lo más alto. Pero ni siquiera con su ayuda está logrando derribar la fortaleza burocrática italiana. La ley es la ley, incluso para los antiguos príncipes del automovilismo.

Así pues, el veterano piloto recorre ahora la campiña italiana en bicicleta o contrata chófer, viviendo más como un jubilado adinerado que como un antiguo rey de la velocidad. "Pero quiero recuperar mi carné", insiste. "He elegido Italia como mi hogar y quiero quedarme aquí". Lamentablemente, las autoridades italianas permanecen completamente impasibles.