EBRO se suma al Rally Dakar: ¿más presencia que rendimiento?
El fabricante barcelonés EBRO, que apenas regresó al mercado el año pasado, ha anunciado su intención de competir con un equipo oficial en el Rally Dakar de 2026. La marca, cuya historia reciente parece más una sucesión de notas de prensa que de resultados deportivos, aspira a inscribirse en la categoría T1+, reservada a los prototipos 4x4 más avanzados. No será la primera incursión de EBRO en el Dakar. En 2022 participó con un SSV eléctrico como vehículo de seguridad 'cero', una aportación sin peso real en la carrera pero útil como maniobra de relaciones públicas para una marca olvidada desde su época dorada en la España de los años cincuenta. Ahora llega el siguiente paso: la competición real. Lo que esto supone en cuanto a credibilidad deportiva sigue siendo una incógnita. Tras su relanzamiento oficial en 2023, EBRO ha comenzado a vender tres nuevos modelos—el s800, s700 y s400—antes de que finalice 2024. La compañía afirma haber inaugurado sesenta concesionarios en solo siete meses, un ritmo que invita a preguntarse si la cantidad está superando a la calidad. El salto al Dakar también se percibe más como una maniobra publicitaria que como una consecuencia lógica de preparación deportiva. Esta impresión se refuerza con el calendario. El anuncio de participación en el Dakar llegó apenas dos meses después de que EBRO firmara un acuerdo de patrocinio con las selecciones nacionales de fútbol de España. El mensaje es claro: la marca apuesta por la visibilidad, no solo por las ruedas. Falta por ver si el prototipo T1+ de EBRO logra dejar huella en las dunas saudíes en enero de 2026. Pero los resultados parecen un objetivo secundario. Lo esencial es estar presente, y asegurarse de que todos lo noten.