


CUPRA Tindaya: ¿Nota de prensa o fantasía poética?
El CUPRA Tindaya hizo su aparición en el IAA Mobility de Múnich como un llamativo prototipo bautizado en honor a un volcán de las Islas Canarias. La marca lo define como la “encarnación del ADN rebelde” y un “icono de una nueva era”, aunque en realidad se trata de otro ejercicio de diseño destinado a captar titulares más que a llegar a la línea de producción en un futuro próximo.
El Tindaya se apoya en el lema “No Drivers, No CUPRA”, una clara alusión al futuro autónomo que persiguen tantos fabricantes. Para CUPRA, el conductor sigue siendo el centro de la experiencia. Todo se presenta como un espectáculo emocional: desde el logotipo que late con luz, pasando por el frontal que “respira”, hasta una enorme pantalla de 24 pulgadas acompañada de “The Jewel”, un prisma de cristal que actúa como módulo de control.
Visualmente, es un despliegue de ideas: una parrilla frontal descomunal, llantas de 23 pulgadas, líneas de hombro marcadas y un doble alerón trasero que recuerdan más a un videojuego que a un coche real. El interior mantiene la narrativa con puertas enfrentadas, butacas tipo lounge inspiradas en Eames y un sistema de audio Sennheiser pensado para crear una “experiencia envolvente”.
CUPRA anuncia tres modos: Immersive Experience (conducción sin distracciones), Rider Experience (para quienes buscan adrenalina) y Tribe Experience (conexión con la comunidad de la marca). Bajo el lenguaje grandilocuente, son los mismos modos de conducción que ofrece cualquier fabricante, solo que envueltos en un vocabulario más vistoso.
En cuanto a materiales, la sostenibilidad es el hilo conductor: fibra de lino, aluminio impreso en 3D y cuero de origen biológico. Queda por ver si alguno de estos elementos llegará a industrializarse.
En definitiva, el CUPRA Tindaya es más un decorado que un coche. Vende un relato de marca basado en la “emoción” y la “tribu”, pero evita la pregunta más sencilla: ¿llegará algo parecido alguna vez a la carretera?