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Mirage

Calor, asfalto y espejismos: ¿cree un coche moderno en las ilusiones ópticas?

Author: auto.pub | Published on: 18.08.2025

Muchos lo hemos presenciado en pleno julio: ese "charco" que tiembla sobre el asfalto. Sabemos que es una ilusión. El calor y las capas de aire desvían la luz, haciendo que nuestros ojos vean agua donde solo hay carretera. El cerebro humano acaba interpretándolo, pero ¿qué ocurre con los coches, cuyas "miradas" son cámaras y sensores?

A diferencia de los conductores, los algoritmos de visión artificial no sufren ilusiones. Las cámaras captan la luz tal como llega, así que también registran ese brillo sobre el asfalto. Sin embargo, que el sistema lo interprete como un peligro depende de la inteligencia artificial que lo gestiona. Los modelos de aprendizaje automático se entrenan para distinguir los reflejos de una superficie de agua del grano del pavimento seco, analizando color, contraste y simetría. Además, comparan imágenes sucesivas: los charcos reales permanecen, mientras que un espejismo se aleja o se deforma a medida que el coche avanza.

La comparación entre sensores resulta aún más determinante. Ni el radar ni el LiDAR "ven" un espejismo, ya que no hay objeto físico. Así, el sistema puede confirmar rápidamente que no hay nada en la calzada que exija una frenada de emergencia.

En los niveles más avanzados de conducción autónoma, la decisión se complica. ¿Debe el sistema reducir la velocidad, avisar al conductor o simplemente atravesar el falso charco? El contexto influye: cómo reaccionan otros vehículos, si aparece salpicadura, qué patrón de reflejo se forma. Todo se convierte en un juego de probabilidades, donde el sistema evalúa su grado de certeza y ajusta la respuesta.

En definitiva, los espejismos en el asfalto no suponen una trampa mortal para los sistemas autónomos, pero recuerdan que ni el coche más avanzado ve el mundo como nosotros. Solo calcula probabilidades y confía en que la ecuación se resuelva.