






Bentley lleva los efectos de pintura al límite
La marca ha presentado su último ejercicio de artesanía, y esta vez el protagonismo no recae en la potencia ni en la tecnología, sino en la propia pintura. El Flying Spur se convierte en la primera berlina en lucir lo que Bentley denomina un acabado Ombré: un meticuloso degradado que fusiona dos colores a lo largo de la carrocería. Según la sede de Crewe, el proceso exige cerca de 60 horas de pulverización manual en la llamada Dream Factory. En otras palabras, el simple cambio de tonalidad se convierte en noticia de portada al nivel de un nuevo sistema de propulsión.
El primer ejemplar muestra el frontal del sedán bañado en un intenso Topaz Blue, que se transforma gradualmente en un Windsor Blue más oscuro en la parte trasera. Se ofrecerán dos combinaciones adicionales: una transición de dorado a naranja y otra de plata a negro. Bentley asegura que estas parejas han sido "seleccionadas" para evitar tonos intermedios poco favorecedores; ningún cliente, por ejemplo, tendrá que soportar el bochorno de encargar una mezcla azul-amarilla que derive en un verde no deseado.
La técnica Ombré debutó en un Continental GT expuesto en los exclusivos encuentros de Monterey. Ahora, la versión de cuatro puertas Flying Spur se presentará en el Southampton International Boat Show, un escenario más habituado a los imprescindibles flotantes de la élite millonaria.
Presentado con pompa como una "técnica artística", el efecto supone en la práctica un considerable sobreprecio por lo que podría recordar a un experimento de Instagram de un fabricante emergente. Sin embargo, Bentley conoce bien a su clientela. Para quienes desean destacar su individualidad dentro de los límites del buen gusto, Mulliner garantiza ahora que cada coche será único, aunque el degradado siga el mismo arco cuidadosamente diseñado.