
Aston Martin afronta fuertes pérdidas mientras el lujo choca con la realidad
La compañía ha vuelto a revisar sus previsiones, y no precisamente al alza. A principios de año, Aston Martin anticipaba un modesto beneficio para 2025; ese optimismo se ha desvanecido. La última estimación apunta a unas pérdidas antes de impuestos e intereses de aproximadamente 110 millones de libras (128 millones de euros), impulsadas sobre todo por la caída de las ventas y los vientos económicos adversos en sus principales mercados.
Entre julio y septiembre, Aston Martin vendió solo 1.430 vehículos, frente a los 1.640 del mismo periodo del año anterior. La demanda se debilitó especialmente en Estados Unidos y China, tradicionalmente los territorios más rentables para la marca. El fabricante prevé ahora que las entregas al por mayor en 2025 caigan entre un 5 y un 9% respecto al total de 6.030 unidades de 2024.
Factores globales han agravado la situación. La empresa señala un entorno económico "persistentemente desafiante", agravado por los aranceles estadounidenses a los vehículos europeos y las nuevas reformas fiscales sobre el lujo en China, que han encarecido los superdeportivos británicos en sus principales mercados de exportación.
A la presión se suma el retraso en la producción del Valhalla, el hiperdeportivo híbrido. Lo que se esperaba que fuera un modelo revolucionario llegará ahora a solo 150 clientes, muy por debajo de lo inicialmente previsto.
Pese a este panorama sombrío, la dirección de Aston Martin mantiene un cauto optimismo. La firma confía en una recuperación en 2026, impulsada por el lanzamiento de nuevos modelos y un programa de reducción de costes que busca recortar gastos sin sacrificar la artesanía.
Para Aston Martin, el reto es existencial: cómo preservar su legendaria aura en una época en la que incluso las marcas de lujo deben adaptarse a la practicidad y la volatilidad. La firma británica atraviesa una curva complicada, pero si la historia sirve de guía, no parece dispuesta a abandonar la carrera todavía.