Alfa Romeo lleva su trofeo más exclusivo a Monterey
El renacido Alfa Romeo 33 Stradale, limitado a solo 33 unidades, hizo su debut norteamericano en la Monterey Car Week. Como es habitual, la exhibición estuvo reservada a unos pocos elegidos y la oportunidad de adquirir uno se había esfumado mucho antes de que se levantara la lona.
Alfa busca cimentar su relato de marca en la artesanía, la “belleza atemporal” y los susurros de sus ingenieros de Fórmula 1. Sin embargo, en esta ocasión, la historia gira en torno a una serie ultralimitada presentada en eventos donde los cócteles acompañan la visión de un coche accesible solo para coleccionistas con varios ceros de sobra en la cuenta.
Durante la semana, el 33 Stradale desfiló por cuatro escenarios: la fastuosa fiesta Motorlux junto a reactores privados y clásicos, el ambiente selecto de Hagerty House, los cuidados jardines de Quail Lodge y, por último, Laguna Seca, donde Alfa evocó una herencia deportiva que hoy resulta más nostálgica que actual.
La máquina impresiona por sus cifras: V6 biturbo de 3.0 litros con 630 caballos, de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos y velocidad máxima de 333 km/h. El monocasco de carbono incorpora puertas de apertura vertical y un habitáculo minimalista, casi analógico por nostalgia. La producción corre a cargo de Carrozzeria Touring Superleggera, lo que convierte cada ejemplar en una obra por encargo; los 33 ya están adjudicados desde hace tiempo.
A lo largo de la semana, el eslogan fue invariable: renacimiento, artesanía, pura pasión italiana. Sin embargo, la realidad es otra: el 33 Stradale no representa el futuro de Alfa Romeo, sino un trofeo reservado a sus fieles o a los más acaudalados. El resto de modelos de la marca estuvo presente, aunque inevitablemente relegado a un papel secundario mientras todas las miradas se centraban en el coche que el 99,9 por ciento de los asistentes jamás poseerá.