Nissan cierra la planta mexicana de Infiniti y Mercedes-Benz
La industria automotriz no tiene espacio para sentimentalismos. Cuando las cifras en Excel dejan de cuadrar, hasta la fábrica más prometedora puede acabar con las puertas cerradas. Eso es justo lo que ha hecho Nissan, al poner fin a la producción en su planta conjunta de Aguascalientes, México, donde nacieron los Infiniti QX50 y QX55, junto con el Mercedes-Benz GLB.
La planta fue inaugurada en 2015 como una empresa conjunta entre Nissan Motor Co. y Daimler, entonces casa matriz de Mercedes-Benz. La producción arrancó en 2017, entre discursos de amistad y ambiciones premium. Ocho años después, el cierre llega en silencio, casi con disculpas. Los SUV de Infiniti dejarán de fabricarse este año, mientras que el Mercedes-Benz GLB seguirá en la línea solo hasta mayo de 2026.
Algunas líneas de ensamblaje se detendrán tan pronto como en noviembre. El calendario exacto depende de los pedidos pendientes y del inventario de piezas, pero el desenlace es ineludible.
Los crossovers de Infiniti estaban dirigidos principalmente al mercado estadounidense, donde las ventas se han desplomado. En 2019, el QX50 era visto como una de las grandes esperanzas de la marca. Hoy, los compradores de lujo miran hacia otros lados, seducidos por las nuevas opciones eléctricas e híbridas.
Mercedes-Benz también ha confirmado que no ve motivos para mantener la producción mexicana más allá de la demanda del mercado. Cuando termine el ciclo de vida del GLB, la compañía trasladará la producción a instalaciones más eficientes.
El cierre forma parte de la estrategia global “Re:Nissan”, que busca recortar capacidad excedente y eliminar proyectos no rentables. A principios de año, la empresa preveía una pérdida de unos 100 mil millones de yenes (650 millones de dólares, o cerca de 605 millones de euros). Ahora espera un beneficio de 50 mil millones de yenes, unos 300 millones de euros. Recortar gastos funciona, aunque deja a miles de trabajadores mexicanos ante la incertidumbre.
La historia de Aguascalientes es un pequeño reflejo de cómo está cambiando el mercado de autos de lujo. Los compradores ya no se deslumbran solo con motores. Valoran la eficiencia, el software y la sostenibilidad. En el mundo premium, la autonomía de la batería pesa más que las costuras del cuero.
Cuando Nissan y Mercedes lanzaron su planta conjunta, simbolizaba la promesa de sinergia y fuerza compartida. Hoy, esa misma aventura recuerda que ni los grandes nombres pueden desafiar la gravedad económica. El cierre silencioso de Aguascalientes resuena como una nota metálica de una época en la que el SUV era rey y los eléctricos eran solo juguetes.