El MC-21 ruso pierde un cuarto de su alcance
La industria aeronáutica rusa ha logrado sorprender incluso a los más escépticos. La United Aircraft Corporation confirmó discretamente que su largamente esperado MS-21-300 no volará ni de cerca la distancia prometida durante años. La cifra anterior de 5100 kilómetros ha sido sustituida por unos mucho menos impresionantes 3830 kilómetros, una reducción de aproximadamente el 25 por ciento. En la mayoría de los círculos aeronáuticos esto se consideraría un problema. En Rusia, lo presentan como una simple aclaración práctica.
Rostec ofreció una explicación con una soltura envidiable. Los folletos anteriores, nos dicen, usaban cifras de un concepto futuro. Ahora estamos ante la máquina real. La realidad, por lo visto, pesa un poco más, sobre todo cuando sustituir componentes importados añade seis toneladas al avión. Seis toneladas. Muchos fabricantes lo llamarían un revés. Los propagandistas prefieren describirlo como un salto patriótico hacia adelante.
Rostec insiste en que apenas importa, ya que las rutas domésticas son cortas y tres mil kilómetros cubren cerca del ochenta por ciento de la demanda. ¿Para qué volar más lejos? Moscú a Irkutsk, olvídalo. Moscú a Antalya, todavía posible. Con viento de cola, quizá llegue hasta Hurgada. Europa, descartada de todos modos.
Hay otro detalle. El MC-21 no ha volado ni una sola vez en la configuración prevista para su certificación. Los ministros prometieron un vuelo hace años. Luego en primavera. Después en verano. Luego en agosto. Después en octubre. Tras cada fecha límite, silencio. El avión sigue firmemente en tierra, como si participara en un programa federal de aumento de la gravedad.
Los expertos, difíciles de silenciar incluso en Rusia, señalan que el alcance reducido hace que el MC-21 no sea adecuado para una parte significativa de la red real de rutas del país. También apuntan que los documentos internos sobre las entregas previstas para 2026 ya reconocen lo obvio: los parámetros técnicos no cumplen el plan. ¿Qué parámetros exactamente? Adivina.
Toda esta saga podría encajar perfectamente en una serie documental rusa titulada Aviones soñados que nunca fueron. El MC-21 prometía un futuro, pero va camino de aterrizar, si es que alguna vez despega, en una realidad que se parece más a un museo de compromisos improvisados.
No cabe duda de que el próximo comunicado de prensa explicará que la reducción del alcance siempre fue una decisión de diseño intencionada. La aviación rusa evoluciona, después de todo. Simplemente prefiere evolucionar hacia abajo, donde hay espacio de sobra.
