
DeepMind quiere que los robots hablen consigo mismos—literalmente
Cuando DeepMind, la división de inteligencia artificial de Google, se propone algo, rara vez se queda en meras especulaciones. ¿Su última ambición? El "monólogo interno": un flujo de pensamiento dirigido a sí mismo que permite a los robots razonar como los humanos. Imagina cada carcasa metálica ocultando un pequeño Hamlet, narrando en voz baja lo que observa y decidiendo su próximo movimiento. No es ciencia ficción. Es una solicitud de patente.
En su último registro, DeepMind describe un sistema que permite a los robots generar habla interna en lenguaje natural a partir de lo que ven en una imagen o vídeo. Si el robot observa a alguien levantando una taza, en su mente resuena: "una persona está levantando una taza". ¿Genialidad? Tal vez. ¿O simplemente una idea antigua vestida para una nueva ola de entusiasmo?
Tan evocador como suena este diálogo interior, su objetivo es eminentemente práctico: aprendizaje más rápido, menor demanda de memoria y mejor rendimiento en situaciones desconocidas. La voz interna se convierte en un comentarista incansable, ayudando a la máquina no solo a percibir, sino también a interpretar su entorno.
Según DeepMind, este tipo de narración interna permite a los agentes de inteligencia artificial adaptarse de forma más eficaz y comportarse de manera menos errática en escenarios impredecibles, un desafío clave para llevar la robótica inteligente al mundo real. Por supuesto, DeepMind no es el único competidor en esta carrera. Nvidia, Intel y otros también buscan implantar un discreto narrador interior en sus máquinas.
Para mantener esta inquietante evolución en privado, DeepMind está desarrollando además Gemini Robotics On-Device: un elegante modelo de visión y lenguaje que funciona sin necesidad de conexión a la nube ni a internet. Porque si hay un robot monologando en tu cocina, probablemente prefieras que esas reflexiones no acaben en los servidores de Google.
Si los robots empiezan a pensar para sí mismos, podríamos estar al borde de una nueva era. La única incógnita es si ese "pensar" implica auténtica comprensión o si no es más que un elaborado ejercicio de imitación. El tiempo lo dirá. O quizá lo cuente el propio robot, cuando se forme una opinión.