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Peugeot 403

Setenta años del Peugeot 403: la belleza oxidada que ni Colombo pudo resistir

Author: auto.pub | Published on: 07.08.2025

Hoy se cumplen 70 años del Peugeot 403, un aniversario que nos recuerda aquella época en la que los fabricantes sabían crear innovaciones auténticas y útiles, mucho antes de que el marketing lo invadiera todo con su brillo superficial. Diseñado por Pininfarina, este modelo francés de gama media no era solo un accesorio estiloso; resultó ser un pionero en muchos aspectos.

Presentado el 20 de abril de 1955 en el Palais de Chaillot de París, el Peugeot 403 fue el primer modelo de la serie “400” tras la guerra. De aspecto modesto y enfoque racional, introdujo asientos regulables que podían inclinarse, elevarse e incluso convertirse en cama. En los años cincuenta, aquello sonaba tan futurista como las funciones inteligentes actuales, pero era real, puramente mecánico y funcionaba.

Bajo el capó, contaba con un motor de gasolina de 1,5 litros y 58 caballos, suficiente para el conductor medio de la época, alcanzando los 125 km/h, una cifra respetable tanto en ciudad como en carretera. En 1958, la gama se amplió con una versión diésel, la primera en una berlina europea, equipada con un motor Indenor de 1,8 litros y 48 caballos, capaz de llegar a 105 km/h. No era un deportivo, pero sí robusto y fiable.

El Peugeot 403 nunca fue “otro coche francés más”. Se fabricó en trece países de cinco continentes, desde Uruguay hasta Filipinas y Nigeria, un alcance mundial que muchos modelos actuales envidiarían. Y su variedad no era solo geográfica: existieron versiones berlina, familiar, furgoneta e incluso pick-up. Esta última ganó adeptos fieles en África por su robustez y facilidad de mantenimiento.

Sin embargo, lo que realmente hizo al 403 inolvidable fue un detective desaliñado de Los Ángeles, con gabardina arrugada, mirada cansada y un Peugeot 403 Cabriolet maltrecho. Peter Falk, en el papel del teniente Colombo, otorgó al coche un estatus cultural que ninguna campaña publicitaria podría igualar, no por glamour, sino precisamente por ese aire ajado y salpicado de óxido. Resulta irónico que un coche esculpido por Pininfarina se hiciera icónico por parecer abandonado tras un garaje.

Más allá de la televisión, el 403 dejó huella en la historia del cine, apareciendo en películas como Al final de la escapada de Godard (1961) y Monsieur Ibrahim (2003). No era un objeto de deseo, sino una herramienta que reflejaba el espíritu y el ritmo de su tiempo.

Así que si alguna vez ves pasar un viejo 403 por la calle, no te quedes solo con el óxido y las líneas gastadas. Estás ante un ejemplar raro: un producto de su época que supo ser práctico, innovador y resistente con elegancia, aunque hoy parezca más una escultura rescatada del desguace.