
El Karma en su Máxima Expresión
Siempre hay ese conductor que piensa que las leyes de tránsito son simplemente sugerencias amables y que los carriles bici estaban secretamente diseñados para coches, porque ¿por qué no hacer las cosas un poco más complicadas y emocionantes para todos? Pero en este caso, no hicieron falta multas ni sanciones. El universo se encargó de todo por sí solo.
Este genio en particular, que pensó que un carril bici era el atajo perfecto, pronto tuvo un encuentro inolvidable con el despiadado bordillo. Solo podemos imaginar el glorioso sonido del metal chocando contra el concreto dentro de la cabina, probablemente acompañado de un lenguaje muy colorido.
No hace falta una multa. El conductor ya se ha castigado a sí mismo, dejando una huella permanente en sus llantas de lo impresionante que fue esa maniobra. 🚗💥🤣