
Un gran aplauso para el conductor del autobús: hace tiempo que no veía una actuación tan espectacular.
Imagina esto: estás al volante de tu Kia, con la mente tranquila y el camino fluyendo sin problemas, cuando de repente, como si hubiera caído de un helicóptero averiado, un autobús urbano aparece a tu lado, pilotado por lo que solo puede describirse como un anarquista del tráfico.
Primero, decide que las direccionales son un lujo innecesario, algo que solo los débiles y poco creativos usarían. En su lugar, emprende un cambio de carril lento y deliberado, tratando las leyes de tránsito como simples sugerencias. En el proceso, empuja sin ceremonia a un conductor de un Kia inocente hacia el acotamiento, como cuando el perro desprevenido de un vecino se cuela accidentalmente en una barbacoa en el patio trasero. ¿Y había alguna razón para esto? ¡No! No hay emergencia, ni incendio, ni intervención divina – simplemente porque sí.
Y por si eso no fuera suficiente, luego realiza una maniobra de adelantamiento totalmente inútil, como si estuviera apurado por salvar el mundo o, al menos, ganar dos minutos al final de su turno. Y para darle el toque final a su actuación, cruza una línea continua, esta vez usando la direccional, lo cual, por supuesto, es tan útil como poner luces LED en un paracaídas después de aterrizar.