McLaren quiere domar la potencia en la calle
Los futuros McLaren podrían comportarse como entrenadores veteranos que no dejan a su pupilo correr a fondo hasta que el terreno sea realmente seguro. La marca está patentando una tecnología que impide que el motor y el chasis entreguen todo su potencial en vías públicas. La idea es intrigante: algunos ven el germen de un nuevo estándar de seguridad, otros detectan un tutor electrónico listo para cortar las alas en el momento decisivo.
McLaren lleva tiempo analizando los riesgos que suponen los modos de conducción enfocados a circuito cuando se usan en el tráfico diario. Estos ajustes agudizan la respuesta del acelerador, endurecen la suspensión y relajan los límites electrónicos. En la vía pública, donde el asfalto no avisa y las curvas no perdonan, ese carácter puede volverse peligroso en cuestión de segundos.
La marca pone un ejemplo sencillo: las ayudas de estabilidad se retiran, el conductor pisa más fuerte y el coche se descontrola en una carretera sin escapatorias. En los circuitos hay trampas de grava, zonas de seguridad amplias y asfalto predecible. Por eso McLaren explora un sistema que mantendría sus configuraciones más salvajes bloqueadas salvo en ubicaciones incluidas en un catálogo de circuitos aprobados.
Para lograrlo, los coches usarían posicionamiento ultra preciso. La electrónica determina si el vehículo circula por una vía pública o por un circuito registrado en la base de datos del fabricante. Si está dentro del catálogo, se desbloquean todos los modos. Si no, los más agresivos permanecen cerrados.
El concepto parece sensato, pero plantea debates técnicos y filosóficos. El GPS y las redes de datos no siempre funcionan a la perfección. Si la señal falla, el coche podría pensar que ya no está en un circuito y restringir la potencia justo cuando el conductor la busca. Y los clientes de McLaren no suelen ser de los que ceden de buen grado su libertad a un portero digital.
Que se registre una patente no garantiza que llegue a producción. La marca debe valorar límites legales, riesgos técnicos y la reacción de sus clientes. El sistema podría acabar como equipamiento opcional en modelos de pista, o convertirse en norma si los legisladores exigen límites electrónicos más estrictos.
La patente deja clara una realidad: los superdeportivos ya no son solo máquinas mecánicas. Son plataformas digitales moldeadas por software. McLaren se adelanta para un futuro donde la electrónica limite la potencia por seguridad. Si esa tendencia se consolida, el mundo de los supercoches podría llegar a un punto en el que desatar todo su potencial requiera tanta coordinación como un despegue de avión.