BMW M2 de 1.100 CV derrapa en la cuna de la marca
Para demostrar que el espíritu deportivo sigue vivo, la división M de BMW convirtió temporalmente una planta histórica de Múnich en un circuito de derrapes. Allí, un BMW M2 de 1.100 caballos, pilotado por Elias Hountondji de los Red Bull Driftbrothers, cruzó de lado los pasillos de producción. El resultado es un vídeo que recuerda más a un capítulo perdido de la saga Gymkhana de Ken Block que a un simple anuncio corporativo.
Este M2 nació como un modelo estándar con el seis cilindros en línea de tres litros de BMW, pero fue modificado hasta casi duplicar su potencia original: 1.100 caballos y 1.250 newton metro de par. Aunque el bloque motor se mantuvo, la transmisión y los sistemas de refrigeración se rediseñaron por completo para soportar el castigo de los derrapes prolongados. El vídeo se grabó en la histórica fábrica de Múnich, cuna de los motores de combustión de la marca.
Curiosamente, el M2 de producción ni siquiera se fabrica allí, sino en la planta de San Luis Potosí, México. Múnich fue elegida por su carga simbólica, como el hogar espiritual de la división M. Hountondji confesó después que la grabación fue tan emocionante como estresante: un error podía costar millones en daños.
El M2 modificado será la nueva arma de los Driftbrothers en el Drift Masters European Championship, donde evolucionará hasta convertirse en un coche de competición completo. La carrocería parcialmente despojada que se ve en el vídeo fue probablemente una medida de precaución para el rodaje; la versión de carreras definitiva llevará paneles de carbono y equipamiento de competición total.
Paradójicamente, el espectáculo de humo y neumáticos tuvo lugar en una planta que dejará de fabricar motores de combustión en 2027. El recinto de Múnich se transformará en uno de los centros clave de movilidad eléctrica de BMW. Así, el derrape de 1.100 caballos fue una despedida simbólica de la era en la que los motores M quemaban gasolina y no electrones.
El vídeo de BMW deja claro que, incluso al borde de la electrificación total, la insignia M no piensa quedarse en silencio. Es un golpe maestro de marketing y nostalgia, recordando a los entusiastas que, antes de que todo sea silencioso y digital, aún queda tiempo para disfrutar el glorioso caos de un motor de combustión rugiendo a pleno pulmón.