Alfa Romeo busca redención en Los Ángeles
Alfa Romeo desembarca en el Salón del Automóvil de Los Ángeles con dos propuestas: el 33 Stradale, un fetiche exquisitamente limitado, y el Tonale, que representa otro intento de convencer a los estadounidenses de que es algo más que una cara bonita en un SUV compacto de interior mediocre.
La exclusividad se vende sola cuando hay tan poca oferta, y el 33 Stradale cumple esa regla al pie de la letra. Solo existen treinta y tres unidades, todas ya adjudicadas, más piezas de inversión que autos que uno esperaría ver circulando por las autopistas de Los Ángeles. Alfa Romeo presume de una artesanía obsesiva y una elegancia inspirada en la aeronáutica. Suena bien en el comunicado de prensa, aunque en la práctica el coche funciona sobre todo como mascota de relaciones públicas de la marca.
Un V6 biturbo, 630 caballos, aceleración de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos y una velocidad máxima de 333 km/h. Las cifras impresionan, pero no convierten al 33 Stradale en un referente tecnológico para el gran público. Es, ante todo, un homenaje reverente al original de los años sesenta, reinterpretado con mimo por Touring Superleggera.
El recorrido estadounidense del modelo lo dice todo: Monterey Car Week, Quail Lodge, Petersen Museum y, finalmente, el concurso en Wynn Las Vegas. La ruta deja claro a quién va dirigido: coleccionistas con garajes climatizados cuyos neumáticos rara vez pisan el asfalto.
Presentar el Tonale por primera vez en Estados Unidos suena a confesión. El crossover aún no ha conquistado a los americanos. Alfa lo intenta todo: vía más ancha, frontal renovado, nuevos colores, cuero rojo, Alcantara, llantas más grandes, más iluminación LED y otra vuelta de tuerca a su cuadro digital.
Todo eso es agradable, pero no resuelve el problema de fondo. ¿Puede el Tonale ofrecer lo que promete la mitología Alfa: manejo afilado, carácter memorable y honestidad mecánica? El marketing asegura que el Tonale tiene la dirección más directa del segmento y una dinámica auténticamente Alfa Romeo. Hasta ahora, las críticas han sido prudentes. El confort es correcto, pero no líder, y el coche sigue siendo un SUV urbano compacto sin más.
El motor 2.0 turbo de 268 caballos, frenos Brembo, suspensión electrónica DSV y cámaras de 360 grados son esfuerzos comprensibles. No convertirán al Tonale en el agitador del segmento. Alfa habla mucho de diseño icónico, aunque esa frase ya suena gastada. Detrás hay un lavado de cara seguro, no un renacimiento real.
El Salón de Los Ángeles siempre ha sido más escaparate que mercado. Alfa Romeo ocupa un lugar digno, pero sobre todo simbólico. La influencia de la marca italiana en Norteamérica es mínima, y ni siquiera el gran titular de 2025 cambiará eso de la noche a la mañana.
El 33 Stradale atraerá miradas. El Tonale cumplirá su papel en el plan de ventas. Ninguno responde a la pregunta de qué futuro real tiene Alfa Romeo. Por ahora, la marca parece empeñada en vivir del pasado mientras vende los compromisos del presente.
